Sin embargo, en estos 40 años —creo no
equivocarme— nuestra concepción del derecho a la igualdad sí ha evolucionado,
como tan brillantemente lo demuestra este libro. Y, aunque todavía nos falta
mucho para asegurar a las mujeres de todo el mundo, la realización plena y
concreta de la igualdad en sus vidas, este libro es un gran aporte para que más
personas entiendan la estrecha relación entre el logro de una verdadera
igualdad y la participación política de más y más mujeres. En él, Violeta hace
un análisis de las dimensiones de derecho a la igualdad y del derecho a la
participación política para conjugarlos en lo que ella denomina la igualdad
política. Nos explica que la igualdad es un derecho humano autónomo, que como
lo explicita el Comité CEDAW exige la eliminación de la discriminación, y a la
vez es un principio fundamental en la interpretación e implementación de la
normativa internacional en derechos humanos que, en su conjunto, exige a los
Estados la adopción de cuantas medidas sean necesarias para lograr la igualdad
en todas las esferas, incluyendo la política, así como medidas para actuar
frente a su violación. Llega a la conclusión de que los Estados deben actuar de
modo tal que los derechos garantizados en sus normas tengan efectiva vigencia
en la realidad y para ello tienen que implementar muy variadas medidas e ir
evaluándolas para medir si realmente están logrando su cometido. Al respecto
Violeta nos comparte que, si la participación política es el “vehículo” para
trasladar la igualdad constitucional a la esfera de los poderes públicos, aún
no ha llegado al paradero de las mujeres. En consecuencia, la igualdad política
continúa siendo una aspiración para la mitad de la humanidad y por ende es
tiempo que se implementen nuevas medidas.
Estudiando la CEDAW y todos los otros
instrumentos internacionales de DDHH, podemos darnos cuenta de que la igualdad
es un principio cuyo fin es proteger y valorizar las diferencias al tiempo que
pretende eliminar las desigualdades y, por lo tanto, no exige trato idéntico en
todos los casos. El principio de igualdad sí exige que todo trato, sea idéntico
o diferente, no redunde en discriminación. Al contrario de lo que creen sus
múltiples detractores, el principio de igualdad, lejos de exigir trato idéntico
para todas las personas, no sólo reconoce las diferencias dándole igual valor a
cada ser humano sin tomar a ninguno como modelo, sino que pretende expulsar de
todo sistema social, económico, político, cultural o jurídico cualquier
desigualdad por más insignificante que sea, si ésta produce discriminación contra
cualquier persona.
Si bien algunas personas siguen creyendo que la igualdad se alcanza
otorgándoles a las mujeres los mismos derechos que detentan los hombres —es
decir, que siguen creyendo que la igualdad significa trato idéntico—, tales
posturas han sido superadas en la doctrina de los derechos humanos. Entender
que la igualdad no significa trato idéntico es una de las razones por las que
creo que este libro debe ser leído por todo el mundo, pero especialmente por
todas aquellas personas que de alguna manera están involucradas en la
formulación o aplicación de las leyes. Violeta nos lleva por un recorrido de la
evolución progresiva del concepto de igualdad, empezando por el análisis de las
primeras declaraciones de derechos y teorías sobre la igualdad, incluyendo las
formuladas por feministas como Mary Wollstonecraft y Olympe de Gouges, dos
mujeres pioneras en la deconstrucción del principio de igualdad como una noción
androcéntrica que partía de que la igualdad se alcanzaba tratando a todas las
personas como si todas fueran hombres blancos y propietarios.
Pero Violeta no nos lleva por ese recorrido sólo con el fin de que
conozcamos mejor una importante parte de nuestra historia, objetivo que es en
sí mismo loable y muy necesario, sino porque quiere hacernos entender que hay
una necesidad urgente de adoptar otras medidas dirigidas a superar las barreras
para el logro de la igualdad efectiva. Para ella, una de esas medidas es la
paridad que se plantea como definitiva para lograr la participación política de
la mujer, en condiciones de igualdad.
Para lograrlo, Violeta nos presenta no solo el desarrollo de la construcción
de los contenidos del derecho a la igualdad, sino que lo conjuga con el
desarrollo del derecho a la participación política, el cual, de la mano con el
de igualdad, conduce al concepto de la igualdad política sin la cual no es
posible una verdadera democracia. La democracia y la igualdad en el goce de
todos los derechos humanos se refuerzan mutuamente. Los derechos de la mujer
son derechos humanos y, por lo tanto, son un elemento integrante de la
democracia. La Asamblea General de la ONU, en su resolución 59/201 (párr. 1),
declaró que entre los “elementos esenciales de la democracia” figuraban, entre
otros, el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales de
todas las personas, como la libertad de asociación y de reunión pacífica, la
libertad de expresión y de opinión y el derecho de todo individuo a participar
en los asuntos públicos, directamente o a través de representantes libremente
elegidos, y a votar y a presentarse como candidato en elecciones libres por
sufragio universal e igual. En otras palabras, un elemento esencial de la
democracia es la igualdad política entre mujeres y hombres.
Pero, ¿cómo lograr esa
igualdad política? Una estrategia ha sido la implementación de las cuotas de
género en sus diferentes manifestaciones. Haciendo un análisis histórico de los
elementos y contenidos de las cuotas de género, Violeta nos explica muy
claramente cómo a través de éstas se logró naturalizar la presencia de más mujeres en espacios de decisiones políticas pero que, en la práctica, no han logrado la igualdad política de las
mujeres, y más bien se han convertido en un techo para la participación de las
mujeres.
Para Violeta, y para todas las personas que lean y comprendan sus argumentos, la paridad es una medida constitucional efectiva para el logro de la igualdad política al tiempo que contribuye al fortalecimiento de la democracia. Nos dice que confía en que los planteamientos desarrollados sean de utilidad para respaldar una propuesta orientada a la adopción de la paridad en el Perú que promueva un valor esencial en todo estado democrático de derecho: la participación política de todas las personas, mujeres y hombres, en condiciones de igualdad. Yo puedo dar fe de que este libro es un gran respaldo a la adopción de la paridad, no sólo en el Perú, sino en cualquier país que aspire a ser un Estado de Derecho, respetuoso de los derechos humanos de todas las personas.
Alda Facio
Integrante del Grupo de Expertos Independientes del
Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas